DIOS Y EL UNIVERSO COMO LA MISMA COSA

No crea que haya diferencia alguna. Dios, para un teólogo es el creador, es eterno, no tiene principio ni fin, no tiene espacio, está en todos lados, todo lo que sentimos es una manifestación de Dios. El hombre está hecho a su imagen y semejanza.

El universo, para un físico o un astrónomo es más de lo mismo, es eterno, no tiene principio ni fin, no tiene espacio sino que ES el espacio, está en todos lados, todo lo que sentimos es parte del universo, incluso nosotros mismos al igual que toda creación.

Decir que todos somos hijos de Dios es lo mismo que afirmar que todos somos parte del universo, pero no en el sentido de pertenecer a él, sino en el de ser él. Somos Dios, somos el universo.

Todo está hecho y constituido por energía, la misma energía en cada mínima porción de universo. Todos somos lo mismo, somos eternos, no morimos, porque la energía no se pierde ni se destruye, sino que se transforma y es la energía lo que nos constituye. No hay diferencia alguna entre usted y yo, entre nosotros y el libro que está leyendo, si nos observamos microscopio infinitamente potente, vamos a ver que somos iguales, somos la misma cosa.

No hay diferencia alguna entre el médico que salva su vida y el recolector de su basura, incluso tampoco hay diferencia alguna entre usted y sus deshechos. Todo parece diferente, para poder evidenciarlo, vivirlo, sentirlo de diferente manera así poder experimentar, pero a fin de cuentas es sólo una interpretación del la conciencia, nada más que eso. Incluso Dios es energía, la misma energía que nos conforma a nosotros, por ende, entre el hombre y Dios, no hay ninguna diferencia, como tampoco lo hay con respecto a nada en el universo.

La vida es una forma de experimentar con la energía a través de lo que se llama polarización: todo se materializa en polos opuestos para así poder discernir en nuestra dimensión lo bueno de lo malo, lo lindo de lo feo, lo sólido de lo gaseoso, lo frío de lo caliente y así infinitamente.
De esta manera perdemos conciencia de que todo es parte de una misma cosa porque la intención es utilizar el todo de manera concreta y absoluta pero no debemos olvidar su relatividad y que las diferencias que podamos evidenciar, son nada más que producto de nuestra mente consciente.

Usted elige de qué manera desea utilizar la energía que lo conforma a usted y todo el universo, en qué la materializará y qué lugar de la polarización ocupará su creación, quizás desear lo mejor para usted sea lo más conveniente, no obstante, tenga mucho cuidado con lo que desea porque así se hará. Eso es Dios, es el universo y es el libre albedrío del que habla la Biblia. Nada va a privarnos de nada.

Una oración, es un deseo que viaja hacia Dios como una imagen lo hace hacia el universo. Son diferentes formas de llamar lo mismo, usted elige la que más le convenga, asegurándose que su fe esté siempre presente y se encuentre en sintonía con sus deseos.

Hay gente que afirma no creer en Dios, aseguran creer en sí mismos y se hacen responsables de sus propios actos. Bueno, no hay diferencia alguna ya que Dios y ellos mismos son la misma cosa y ya sea que uno crea que Dios cumple sus deseos o que uno mismo se los cumple es indiferente para la respuesta que nos va a dar el universo, porque no nos interesa como funciona el asunto, sólo tenemos que creer. Lo único importante es creer, no importa si en Dios, en el universo, en uno mismo o en un ser querido, lo que realiza nuestros propósitos es el hecho de confiar en que así será, de creer que va a suceder.

Cuando entienda esto, entenderá que toda religión o todo símbolo, toda filosofía o forma de vida, Dios o el Universo son un depósito hacia donde dirigir nuestras Creencias, y no está mal que así sea porque siempre es indispensable tener algo en qué creer para poder cumplir nuestros sueños, algo que alimente nuestra Fe. No nos importa si estamos o no en lo cierto, si tenemos Fe en lo que creemos, funcionará.

Cuando entienda esto sabrá que cada confrontación religiosa es absurda, cada discusión teológica no tiene sentido porque todos creemos y es justamente eso lo que nos permite vivir. Sería ilógico que todos creamos en lo mismo, porque no todos pensamos igual, pero sí que vamos a creer en algo. Ese algo, es igual a un todo, es la misma cosa, aunque digamos que no creemos en nada.

TODO SE REDUCE A ENERGÍA

En un principio se confiaba en una diferencia antagónica dividida en Materia y Energía. Todo aquello que contiene masa, peso, volumen y se puede palpar es considerado materia. Mientras que en el rango opuesto surgía la energía, que en muchas ocasiones se puede percibir a través de algunos sentidos pero sabemos que hay formas de energía de las cuales no somos conscientes. La energía no es creada ni destruida, es eterna, siempre fue y siempre será. Se mueve dentro de la forma, a través de la forma y fuera de la forma. Está en todo y en todos, en fin, nada más igual a la definición de Dios.

Se creía también, que la materia era divisible hasta llegar a su menor porción: el átomo. Luego fue probado que el átomo también es divisible y que se encuentra constituido por enormes cantidades de energía. Así que hilando fino, hoy en día podemos asegurar que si descomponemos la materia hasta su elemento más esencial, vamos a encontrar energía, mucha energía, vibrando a frecuencias tan bajas que nuestro cerebro interpreta como palpables, como la materia en sí.

Esto nos conduce a pensar que absolutamente todo está conformado de la misma manera, porque si nos ponemos a dividir cada una de las cosas hasta encontrar menor porción, vamos a dar con partículas, luego moléculas, luego átomos y luego energía, mucha energía. Y eso sucede con todo lo que nos rodea e incluso con nosotros mismos.

Esto supone no sólo que todo está hecho de la misma cosa si no que todo y todos SOMOS la misma cosa. Cada cosa que consumimos y cada cosa que creamos, está sujeta a la misma premisa. No sólo estamos hechos de energía si no que somos una fuente de ella. Liberamos energía en cada palabra, en cada acción y en cada pensamiento. Esta energía no tiene principio ni final, no se pierde, se transforma.

Piense en qué se transformarán entonces cada uno de sus pensamientos sabiendo que cada cosa que piensa es una liberación de energía en forma de onda que entra en sintonía con el resto del universo, que también es energía. Piense que puede obtener lo que sea transformando la energía. Cada pensamiento y cada acción es justamente eso, el manejo y manipulación de la energía infinita que compone el universo para lograr determinado fin.

La salud, el dinero y el amor, son la misma cosa, están hechos de la misma energía de la que está hecha usted y sus pensamientos. Sólo es cuestión de pensar y vivir en la frecuencia de lo que desee para atraer lo que desee.